El escenario tecnológico de la educación superior enfrenta un cambio de prioridades. En su conferencia anual en Nashville, la organización estadounidense Educause presentó su informe Top 10 para 2026, donde advierte que la sostenibilidad financiera, la ciberseguridad y el avance de la inteligencia artificial exigen a las instituciones tomar decisiones más cautelosas y humanas.
La encuesta, basada en entrevistas con líderes tecnológicos de más de 450 instituciones, muestra que la presión presupuestaria y la incertidumbre política están llevando a las universidades a revisar sus inversiones tecnológicas, buscando consolidación, eficiencia y un retorno claro.
Las 10 prioridades tecnológicas de Educause para 2026:
- Ciberseguridad colaborativa
- El factor humano en la IA
- Analítica de datos para decisiones operativas y financieras
- Cultura institucional centrada en los datos
- Gestión del conocimiento para una IA más segura
- Adopción estratégica de nuevas tecnologías
- Alfabetización tecnológica para el trabajo del futuro
- Gestión proactiva en lugar de reactiva
- IA para eficiencia y crecimiento institucional
- Formación en datos para quienes toman decisiones
Según Mark McCormack, director de investigación de Educause, las universidades enfrentan un dilema: “El mercado tecnológico avanza con rapidez y la presión por mantenerse al día puede llevar a decisiones poco sostenibles. Las compras impulsivas generan deuda técnica y sobrecarga operativa”.
La lista también destaca una tendencia clave: el foco ya no está únicamente en infraestructura o plataformas, sino en las personas que interactúan con esos sistemas.
En palabras de Crista Copp, vicepresidenta de investigación de Educause: “Aunque la tecnología lo transforme todo, no podemos perder de vista nuestra humanidad. Ahí radica la resiliencia del sistema educativo”.
Por su parte, universidades como Notre Dame aseguran que ven en la inteligencia artificial una oportunidad concreta para generar eficiencias.
Mientras tanto, líderes tecnológicos como Oracle observan una fuerte revisión de los ecosistemas digitales: “Cada dólar mal invertido en tecnología es un dólar que no se destina a la enseñanza, la investigación o la ayuda financiera”, señaló Nicole Engelbert, vicepresidenta de producto de la compañía.
El informe refleja también una demanda creciente: formar a quienes toman decisiones dentro de las universidades para que comprendan el valor y los límites de la tecnología. Y en ese camino, dejar de buscar soluciones milagrosas y comenzar a construir capacidades institucionales sólidas.

