En un mundo donde la economía global enfrenta transformaciones rápidas y la educación superior está bajo escrutinio, la pregunta parece inevitable: ¿siguen siendo las universidades una inversión que valga la pena?
El informe reciente de David Willetts, exministro de universidades de Inglaterra, titulado ¿Valen la pena las universidades? y publicado por el Policy Institute de King’s College London y la Resolution Foundation, aborda esta cuestión desde una perspectiva basada en evidencia.
Una inversión con beneficios comprobados
Willetts sostiene que, a pesar de la creciente escepticismo hacia la educación superior, los datos son claros: obtener un título universitario sigue siendo una de las mejores inversiones personales y sociales.
Según el informe, los graduados no solo generan significativamente más ingresos que los no graduados, sino que también disfrutan de mejores niveles de salud, movilidad social y bienestar general.
Por ejemplo, en términos económicos, los graduados ganan en promedio en Inglaterra £280,000 más a lo largo de su vida (descontados impuestos y préstamos estudiantiles) que los no graduados.
Además, solo el 2% de los graduados dependen de beneficios sociales quince años después de terminar sus estudios, en comparación con el 11 % de los no graduados.

Sin embargo, Willetts enfatiza que reducir las decisiones educativas a simples cálculos financieros sería un error. La educación superior no es solo una transacción, sino también una forma de expresar identidad personal y aspiraciones profesionales.
Desafíos frente a un mundo cambiante
A pesar de los beneficios tangibles, el escepticismo hacia las universidades ha crecido. Según Willetts, esto se debe en parte a la percepción de que algunas disciplinas no generan retornos financieros significativos. Los programas en artes creativas, por ejemplo, ofrecen menores beneficios económicos en promedio, aunque su valor cultural y social sigue siendo innegable.
Además, el informe señala que la creciente polarización cultural y la percepción de exclusión en ciertos sectores de la sociedad representan retos importantes.
Para mantenerse relevantes, las universidades deben ser inclusivas y anticiparse a las necesidades del mercado laboral, especialmente en sectores emergentes como la inteligencia artificial y la tecnología digital.
Qué hacer desde las instituciones
En su estudio, el ex ministro propone que las universidades adopten un enfoque más flexible, como programas modulares y oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida. Además, deben trabajar para eliminar barreras de acceso y asegurar que personas de todos los orígenes puedan beneficiarse de la educación superior.
Las universidades siguen siendo un pilar fundamental para el desarrollo económico y social. Sin embargo, deben evolucionar para responder a las demandas de un mundo en constante cambio y garantizar que sus beneficios estén al alcance de todos.
Puedes leer el informe completo aquí.